¿Y si pudieras producir tu propia energía? ¿y si pudieras utilizar el potencial de los recursos renovables de tu entorno (el agua, el sol, el viento…) para encender las luces de tu calle, calentar tu hogar o hacer andar tu automóvil, reduciendo el gasto en calefacción, impuestos municipales o combustible? ¿y si la maleza que devoran los incendios, el viento que a veces tanto te incomoda o el sol que hace crecer los productos de tu huerta pudiera alimentar tu nevera, iluminar tu comercio o hacer funcionar las máquinas de tu taller? ¿y si tus vecinos se convirtieran en tus aliados en una empresa conjunta para un beneficio común?

Uno de nuestros objetivos como Comunidad Energética es explicar lo que somos, los beneficios que nuestro modelo aporta a la sociedad y cómo puedes formar parte de este proyecto, con lo que vamos a iniciar una serie de posts divulgativos empezando desde lo más básico: ¿qué es una Comunidad Energética?
Las comunidades energéticas se basan en tres conceptos clave: la autogestión energética, el consumo local (ahorro en el transporte) y la sostenibilidad.
Este tipo de entidades conlleva el aprovechamiento de los recursos renovables que concurren en un determinado entorno social y natural (viento, luz solar, cursos fluviales, biomasa…) y la participación ciudadana en la producción y distribución de la energía por parte de los consumidores finales de la misma.
Esto tiene beneficios a nivel ambiental y social, al optimizar el aprovechamiento de la energía producida (ya que, por consumirse en zonas próximas a su producción, se minimizan las pérdidas durante el transporte); permitir fijar población en el territorio; involucrar a la comunidad en la producción de sus propias fuentes energéticas y concienciar sobre el ahorro y el impacto de la producción eléctrica.
Esta idea ha recibido un gran respaldo por parte de las administraciones públicas los últimos años, dentro del proceso de transición hacia un modelo de producción energética libre de emisiones de CO2.
Por ello, las Comunidades Energéticas han adquirido un nuevo estatus jurídico a partir de las directivas de la Unión Europea de 2018 y 2019 sobre las Comunidades Ciudadanas de Energía y las Comunidades de Energía Renovable, que se sustanciaron en el caso español en el Real Decreto Ley 23/2020, que define las comunidades energéticas como “entidades jurídicas basadas en la participación abierta y voluntaria, autónomas y efectivamente controladas por socios o miembros que están situados en las proximidades de los proyectos de energías renovables que sean propiedad de dichas entidades jurídicas y que estas hayan desarrollado, cuyos socios o miembros sean personas físicas, pymes o autoridades locales, incluidos los municipios y cuya finalidad primordial sea proporcionar beneficios medioambientales, económicos o sociales a sus socios o miembros o a las zonas locales donde operan, en lugar de ganancias financieras.” ( https://www.idae.es/ayudas-y-financiacion/comunidades-energeticas). En Portugal, las directivas UE de 2018 y 2019 fueron transpuestas por el Decreto-Lei 15/2022 que reorganiza el funcionamiento del Sistema Eléctrico Nacional apuntando a un modelo descentralizado basado en la producción local de electricidad (https://elperiodicodelaenergia.com/portugal-aprueba-una-nueva-ordenacion-legal-de-su-sistema-electrico-para-facilitar-la-generacion-distribuida/)
Así pues, las Comunidades Energéticas ofrecen beneficios tanto a nivel ecológico como económico y social, constituyendo un paso decisivo en el avance hacia un modelo no sólo más sostenible en lo ambiental, sino también cargado de futuro en el plano social, en el que las comunidades locales sean las verdaderas protagonistas.

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